lunes, 27 de noviembre de 2017

De alguna a Ninguna (2ª parte)




Con la anterior, primera parte parte de esta exposición, he querido poner de manifiesto que lo que a continuación expongo y propongo lo baso en la experiencia. Trato de hacer una exposición realista, desprendida de toda pasión y, claro está, anteponiendo los intereses colectivos y comunes a los de cualquier otros criterios, ya sean políticos o financieros.

Cuanto ocurre en la radio generalista española, incluso en la desgastada radio-fórmula, ya está siendo ampliamente comentado y documentado, pero no cuanto sucede en el ámbito de la radio local, esa que en el caso de Ibi, como en el de otras localidades, es, además, una radio pública, o sea, una emisora municipal.

La aparición de las emisoras municipales se produjo al amparo de una ley promulgada en 1991 aunque en más de 500 municipios, uno de ellos Ibi, ya venían emitiendo en FM. El Gobierno español, que posteriormente delegó estas competencias en las comunidades autónomas, otorgó las licencias administrativas para la legal ocupación del espacio radioeléctrico a mas de 600 emisoras municipales de FM en poco menos de un año.

La preceptiva concesión administrativa consiste, básicamente, en una licencia que acredita que determinada emisora responde a una serie de parámetros (frecuencia, potencia de emisión, potencia en antena, posición y la cota de elementos radiantes) que han sido previamente establecidos por los organismos competentes de la UE. Una vez constituida, siempre según la ley, el pleno del Ayuntamiento quedaría facultado para ejercer el control de las actuaciones de la entidad gestora de la emisora, que en el caso de Ibi es una sociedad limitada, velando por el respeto a una serie de principios recogidos en la misma ley como «el pluralismo político, religioso, social, cultural, linguístico, la protección de la salud y la infancia y el respeto a los valores de igualdad recogidos en la Constitución».

En el caso de Ibi, tal y como justifica la propia emisora municipal en su web, «la Emisora Municipal Radio Ibi inició su andadura el 8 de mayo de 1987, con la pretensión de ofrecer a los ciudadanos de la población una oferta radiofónica que, debido a la orografía de la zona, era difícil de otro modo», un argumento que las nuevas tecnologías han dejado obsoleto.





Pero mientras municipios como Ibi apostaron en su momento por una emisora municipal en toda regla, otros ayuntamientos, algunos muy próximos, miraron para otro lado mientras se consolidaban en sus territorios emisoras de FM alegales o ilegales, o sea, sin la obligatoria concesión administrativa, lo que nos les impide acudir a ellas cuando buscan propaganda. Al tiempo, la necesidad de explotar un mercado publicitario que en sus respectivos municipios siempre fue pequeño, estas emisoras no dudaron en expandir su oferta comercial al municipio de Ibi lo que ha perjudicado los intereses de la radio pública de nuestra localidad con una presunta competencia desleal consistente en prácticas comerciales más que agresivas, lesivas. Ninguna administración, ni la de Ibi ni la de los municipios en los que se emplazan estas emisoras fuera de la Ley, han hecho nada, que se sepa públicamente, por remediar una situación que beneficia, sobre todo, a promotores de empresas radiofónicas fuera de la normativa europea y por ende española.



Tampoco es muy alentadora la situación de nuestra radio pública. De no haber sido por los límites e impedimentos que marca la propia Ley, es más que probable que la emisora ya hubiera pasado a manos privadas. En un momento dado, la plantilla, que llegó a estar integrada por siete personas,  quedó reducida a tan sólo tres. Por grandes que sean sus esfuerzos por mantener una oferta acorde con la condición de radio pública, poco más pueden hacer cuando, además, emplean parte de su tiempo en la grabación de anuncios que ocupan un tercio, o quizá más, del tiempo total de emisión. Cabe decir que la Ley contempló la posibilidad de emitir (y digo emitir, no producir) publicidad como fuente de financiación del servicio. Sin embargo, a pesar de la gran cantidad de anuncios, de su larga duración y de su acusada frecuencia de repetición, el erario destina anualmente más de cien mil euros a sostener la emisora. Es obvio que la gran cantidad de anuncios que emite a diario no repercute con notoriedad suficiente en el sostenimiento de una radio que, posiblemente influenciada por las malas prácticas comerciales de sus «competidoras», vende producción y emisión de anuncios por debajo de los sesenta céntimos de euro cada pase. No sólo regala la producción de anuncios, sino también los gastos correspondientes a Derechos de Autor ya que tampoco cobra nada por las músicas que se utilizan de fondo musical de los anuncios, o sea, «subvenciona», a costa del erario, actividades de índole comercial y mercantil.

Para finalizar esta 2ª parte (habrá una tercera y definitiva), una observación que se desprende de todo lo anterior: La Administración Local parece no demostrar mayor interés por un servicio público al que da la impresión que quisiera conducir hacia su «extinción». La radio local, con una oferta prácticamente invariable a lo largo de toda su existencia, ha renunciado a profundizar en la diversificación de espacios y programas de contenido, de entretenimiento o musicales con alguna mayor ambición que la de replicar a las radio-fórmulas. Las entrevistas a políticos y las de carácter comercial superan con mucho a las de divulgación de otros temas de actualidad o interés, asuntos que suelen ser tratados en comentarios sueltos de los locutores cuando, de manera informal, frivolizan entre ellos.

Estas son sólo algunas de las razones por las que, a falta de apoyo de una emisora pública sobre saturada de publicidad (además, de escasa calidad), proponemos, utilizando las nuevas tecnologías que lo facilitan y con la certeza de que conceptos ya socialmente aceptados como el de «Nueva Radio» lo propician, impulsar un proyecto colectivo como este. Ahora, tomemos la palabra.

jueves, 16 de noviembre de 2017

De alguna a Ninguna (1ª parte)


La Radio (así, en mayúsculas) ha sido y es la gran pasión de mi vida. El insigne periodista y profesor Gorka Zumeta se refirió a mi en esta entrada de su propio blog. Después de muchos años de mi vida y de trabajo las circunstancias (especialmente las decisiones políticas de algunas personas), me apartaron de ella desde que, hace ahora más o menos tres décadas, fijé residencia aquí, en Ibi, un pueblo realmente singular por su historia y sobre todo por una meteórica trayectoria industrial iniciada a principios del pasado siglo XX.

Siendo todavía estudiante de Periodismo conseguí un trabajo de los que antes se llamaban «meritorios», o sea, que se hacían sin cobrar y con la única contraprestación de engrosar el curriculum. Fue en aquellos tiempos tan complejos como apasionantes de la llamada «Transición».  La muerte de Franco sobresaltó a todos y especialmente a los que, como yo, estábamos a punto de acabar la «mili», el servicio militar obligatorio por entonces necesario para trabajar, emanciparse, sacar el carné de conducir… para todo. Algo más de tres años en la Armada como especialista electrónico me habían supuesto cientos de miles de millas marinas de singladuras embarcado en el desaparecido portaaeronaves «Dédalo», una experiencia que me permitió cruzar el Atlántico, visitar Estados Unidos y los puertos de Europa.

Aquel primer trabajo 'en prácticas' lo conseguí en el Ministerio de Trabajo (¡vaya paradoja, ¿eh?!), donde se editaba, entre otras publicaciones, «Carta de España», un semanario dirigido a los miles y miles de emigrantes españoles repartidos por el mundo tras la diáspora provocada por la falta de oportunidades de los años 50 y 60. Era un resumen de lo publicado en la prensa nacional y regional en España; eso que ahora se llama clipping.

El director de la revista era entonces Ernesto Pérez de Lama, a la sazón director de Radio Juventud de Madrid, emisora de Radio Cadena Española más tarde integrada en RNE. Gracias a él, pero en las mismas condiciones de 'meritorio', conseguí un primer programa al que llevé a compañeros como José María Patiño (hoy en la SER tras años de corresponsal en París) o a Jaime Barella. Tratábamos temas en aquellos años muy controvertidos, mucho más de lo que lo son ahora, como el machismo, la desigualdad de género o el racismo. A la salida de uno de esos programas me esperaron. Sufrí, sin previo aviso y a traición, un ataque de ultras fascistas que me llevó al hospital. La policía dedujo que el motivo pudo ser el haber dado voz a asociaciones gitanas reivindicando derechos.

En Radio Juventud de Madrid viví una de las experiencias más emocionantes de cuantas he tenido ocasión de experimentar. Después de un par de años despertando a la audiencia desde el primer espacio matinal de la programación diaria, propuse a la dirección hacer uno nocturno que, al menos durante los fines de semana, enlazara la noche con la mañana y así nació el primer programa de estas características de la FM española que con  el título «Ni corto ni perezoso» se emitía en las madrugadas de los viernes y de los sábados. Causó furor en el Madrid de principios de los 80, aquél Madrid de «la movida».

Después me llegaron los primeros trabajos remunerados pero, eso sí, lejos mi Madrid natal. Primero en Radio Elche, después en Elda, ciudad en la que tuve la oportunidad de inaugurar su primera emisora de FM; más tarde vuelta a Elche para inaugurar allí la primera SER ilicitana; después fue en Radio Minuto, en Alicante, desde la que pasé a ser jefe de programas en Atena3 de Cádiz y, justo antes de que los conflictos empresariales extinguieran aquel proyecto, regresé a Madrid donde tuve la suerte de ser fichado por «El domingo es nuestro», un informativo juvenil que se emitía en La2 de TVE justo antes de la celebérrima «Bola de Cristal». Por desgracia aquel informativo no renovó temporada y justo en aquel año, el mismo en el que despedí a mi familia que se trasladó a Bélgica (mi padre era funcionario del Instituto Español de Emigración y fue encargado de dirigir la Casa de España en Lieja), llegué a Ibi porque aquí se estaba a punto de inaugurar una emisora municipal cuyo primer director sería un ex compañero de la SER en Alicante.

De mi experiencia en Radio Ibi Emisora Municipal (y su frustrada TV), casi prefiero ni hablar, como tampoco me resultan gratos de recordar aquellos años en los que sobreviví escribiendo crónicas para el diario Información (¡cuántos en Ibi se sorprendían de leer a diario abundantes noticias de su ciudad en el diario!) y como corresponsal de Radio Alcoy. Sólo un apunte que puede dar idea del todo: un buen día, ya con las instalaciones de la nueva radio local abiertas y con la emisora en periodo de pruebas, apareció un concejal que sin conocerme de nada ni dar mayores explicaciones me dijo: «…y tú, coge tus cosas y a la puta calle…»(sic). Todavía no tengo muy claro si la causa fue el ser forastero, no ser sumiso a ideologías políticas o aspirar a que aquella no terminara siendo, como pronosticaba al respecto de las incipientes emisoras municipales el profesor Victoriano Fernández-Asís, 'el altavoz del alcalde'.

Desde entonces, aunque muchas otras cosas han pasado (experiencias profesionales como las ser entrevistador y fotógrafo freelance; ser redactor de El Mundo-Alicante; trabajador-fundador del Escaparate; editor de la revista comercial Entretanto; impulsor de la radio streaming La ibisí; socio fundador de Wussic -idea ganadora del premio Linkostar 2012-; inversor de Cadenalia e Iristrace…), no he dejado de estar del todo alejado de la radio, al menos de sus aspectos comerciales, gracias a AuxPress primero y a Allysound después, empresas que desde la calle Mayor de Ibi se han dedicado, entre otras cosas, a la producción de sonido corporativo,  comercial e institucional. (Continuará…)