Que la radio es la radio y los podcast son podcast parece una obviedad, pero la primera tiende a convertirse en lo segundo y lo segundo tiene vocación por la primera.
El podcast, ese archivo de audio que se graba y/o produce
con la intención de difundir tanto como sea posible su contenido, tiene una
naturaleza amateur, es una creación artesana, doméstica, modesta (salvo en
contadas ocasiones), un ejercicio casi de pura intuición. Su gran virtud, la
misma gran virtud que diferencia a la radio del resto de los medios de
comunicación de masas, es la simultaneidad. O sea, es sólo sonido, un audio que
podemos escuchar mientras simultaneamos la escucha con cualquier otra actividad
(conducir, cocinar, pasear…, etc.), algo que es imposible hacer con comunicación audiovisual que
precise de ser vista y oída al mismo tiempo.
El futuro siempre es incierto, pero algunas veces parece
tener indicadores que nos señalan el camino. El futuro de una radio que
envejece (envejece la audiencia y envejecen sus ofertas), parece encaminarse
hacia el podcast como la radio prescriptiva, a la carta, bajo demanda,
“hipervariada” y heterogénea, la nueva radio que demanda la audiencia millennial. De
hecho, las grandes empresas radiofónicas, más allá de convertir sus programas
una vez emitidos al formato podcast, ya han empezado a buscar fórmulas para
dejar clara su hegemonía también en este ámbito. Así que todo indica que el
podcast será un tipo de oferta que tiende a profesionalizarse, a adoptar niveles que la publicidad y el patrocinio exigen: tener audiencia, mantenerla y
aumentarla.
Es cierto que un podcast nunca podrá competir con la radio
en lo que a eso de “la frescura del directo” se refiere, a no ser que se emita «on line», lo que también es factible. La radio es un
espectáculo en vivo y en el que puede ocurrir cualquier cosa
inesperada en cualquier momento. El directo de la radio nos promete
instantaneidad (aquí está la radio con su noticia, con la actualidad del momento, con lo que está pasando ahora mismo en cualquier parte), y, además, mantiene la posibilidad de una participación
igualmente inesperada, la de cualquier oyente, personaje célebre o anónimo, en
el mismo momento que lo requiera o considere oportuno.
Pero existen fórmulas inexploradas que pueden
consistir, por ejemplo, en combinar ambas cosas a la vez. Es decir, una radio
cuya oferta esté integrada por podcast y que, al mismo tiempo, tenga en cuenta
las características intrínsecas al directo en este medio. Al fin y al cabo,
muchos de los programas de las grandes empresas radiofónicas que se emiten hoy
en día son pre-grabados ('enlatados' en el viejo argot del oficio), programas
que más tarde serán, cada uno de ellos, difundidos como un podcast. Por otra
parte el podcast, de contenido imperecedero por definición (aunque trate de
asuntos de actualidad), puede ser escuchado con “interrupciones”, bien por las
circunstancias del oyente que así lo hace, bien por las “necesidades del
directo”. El podcast, como archivo pregrabado que es, puede ser escuchado una y
otra vez, puede recuperarse en un punto, volver al principio, adelantarse hasta
el final…, en fin, permite todas las posibilidades de algo que está grabado previamente.
Ahora es el momento. Si puedes aportar conocimiento, tiempo,
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